Bloqueos de rutas para derogar la reforma constitucional en Jujuy

Continúan los bloqueos para derogar la reforma de Jujuy, “Vienen por la tierra y el agua”
Hay nueve cortes activos. En La Quiaca se inicia una huelga de hambre y la protesta suma la tradición de las “crucifixiones”.

Hasta ayer, el bloqueo en La Quiaca y Purmamarca se liberaba cada 6 horas para dejar pasar automóviles, camiones, buses y motos que alimentan las filas que se forman en cada piquete. La frecuencia del resto de los cortes activos entre la ruta nacional 66, en Perico y la nacional 9, que va hasta la frontera con Bolivia, variaba entre las 3 horas y los 30 minutos de suspensión del tránsito. Nada es definitivo. En cada uno de los escenarios de protesta y resistencia, las y los manifestantes se reúnen en asambleas a diario para redefinir sus estrategias.

En el bloqueo en Purmamarca, el sábado al mediodía llegaban noticias de trabajadores mineros: estaban bloqueando los accesos a los dos emprendimientos mineros transnacionales en Salar de Olaroz y en también en el Parque Solar de Cauchari, el último sobre el límite con Salta muy cerca de Olacapato. Por esa razón, trascendió que Gerardo Morales viajó ayer por rutas nacionales en territorio salteño (51 y 40) para dialogar con los inversores chinos en las plantas de extracción de litio allí radicadas: Exxar y Sales de Jujuy.

Por otro lado, en el bloqueo en el acceso a La Quiaca, integrantes de comunidades indígenas y de la organización social Somos Barrios de Pie tienen previsto iniciar hoy una huelga de hambre. Para mañana se acordó realizar crucifixiones, una medida que se repite desde 2002, cuando el sacerdote Jesús Olmedo fue el primero en subirse a una cruz de madera para permanecer atado. Roxana Llave (Somos Barrios de Pie) presente en el corte de La Quiaca, se crucificó durante aquellas jornadas de enero de 2002. Las crucifixiones se repitieron en 2004, 2007, 2017 (en la plaza de Humahuaca) y en marzo de 2021. “¿Te vas a crucificar de nuevo?”, le preguntó este medio. “Sí”, de ser necesario, respondió sin dudarlo, “el padre Olmedo me enseñó a luchar”. Además, ATE convocó a un paro provincial de 48 horas, sin asistencia a los lugares de trabajo.

Ayer domingo los bloqueos eran ocho: dos en Purmamarca (sobre las rutas 9 y 52), otro en Tilcara, otros dos muy cerca del acceso a la ciudad de Humahuaca (en Uquía y San Roque), en Negra Muerta (a la altura de Mina Aguilar), y los últimos más numerosos, de Abrapampa y La Quiaca. A todos ellos, se debe sumar el corte simple de Perico. Con una sola línea de ramas, troncos, gomas y banderas mujeres originarias y campesinas resisten sobre ambas manos de la ruta nacional 66, kilómetros al sur de San Salvador de Jujuy. Tanto en Perico, como en los bloqueos de Abra Pampa y La Quiaca, Gendarmería Nacional acompaña a las y los manifestantes. En La Quiaca, los oficiales no portaban armas.

A 1.967 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires resonaban ayer los cánticos de protesta. “Nunca nos escuchás Morales, siempre decís que no, Morales; esto se terminó Morales, nunca vas a cambiar”, cantaba con ritmo de huayno andino la “Banda Grosa” de Somos Barrios de Pie. El bloqueo en el acceso a la ciudad puneña sobre la ruta nacional 9 se mantiene hace doce días. Separan tres kilómetros el bloqueo y el Puente Internacional que une Argentina con Bolivia.

Son bloqueos porque los montículos hechos a mano con piedra, ramas de arbustos nativos con grandes espinas, y hasta vías del ferrocarril, se distribuyen por distintos lugares sobre el pavimento en los tramos donde hay piquetes por las rutas nacionales 9 y 52. Esa disposición irregular torna imposible cualquier intento de eludirlos. La modalidad se repite en toda la autovía nacional (también en la 52) desde Purmamarca hasta La Quiaca en el altiplano andino.

A tres kilómetros de la frontera con Bolivia, el bloqueo quiaqueño tiene aproximadamente una cuadra de largo. A los costados de esa autovía nacional, comuneros y comuneras, organizaciones sociales que acompañan (CCC, Polo Obrero y Somos Barrios de Pie), pobladores que se radican precariamente en algunos de los nuevos asentamientos, representaciones gremiales de los sindicatos docentes de Jujuy (Cedems y ADEP), trabajadores de la salud y el SEOM, resisten hace doce días.

Pese al frío bajo cero que amenaza congelarlos por las noches, a todos ellos y ellas los une una sola consigna: abajo la reforma de la Constitución jujeña jurada el día de la bandera, y fuera Gerardo Morales. El actual gobernador y precandidato a vice presidente en la fórmula de Horacio Rodriguez Larreta, se ganó el odio popular después de la jura amañada de la nueva Carta Magna, las represiones del 17 de junio en el bloqueo de Purmamarca, y del martes 20 en las calles de San Salvador. Ese sentimiento adverso es aún mayor al que alguna vez despertó Milagro Sala entre los jujeños y jujeñas. En cada bloqueo las y los manifestantes denunciaron que el gobierno jujeño siembra el miedo: presiones a manifestantes, telegramas de despido, e infiltrados.

A lo largo de los bloqueos que atravesó este medio, se repitieron las mismas consignas. “No queremos el diálogo, queremos que caiga la reforma”, dijo Salustriana, comunera de Yavi presente el sábado en el corte de Purmamarca. “La resistencia de Morales viene desde hace tiempo”, contó Armando Quispe, otro comunero de Queta, en el departamento Cochinoca. “No ha hecho caso el gobierno”, añadió sobre las advertencias de que debía realizarse la consulta previa, libre e informada, que el gobierno jujeño nunca hizo, a pesar de que es reconocida por la Constitución nacional y los tratados internacionales suscriptos.

“Morales nos quiere sacar la tierra y el agua. Cuando ví que reprimían en Purmamarca, salimos decididos a cortar la ruta”, dijo un comunero del corte de Tilcara que, por miedo, prefirió resguardar su nombre. “Morales nos engaña. Entrega nuestras riquezas a otros”, dijo Severiano en el corte de Negra Muerta. “La discusión por el salario es secundaria. Queremos que caiga la reforma, porque si no ya no podremos reclamar por nuestros derechos”, afirmó una enfermera presente en el corte de Abra Pampa. “Nuestros hijos y nietos serán esclavos de Morales. Tenemos que parar esta reforma ahora”, soltó una comunera que escuchaba atenta la conversación.

“¿Qué piensa usted del gobierno provincial?”, le preguntó a este medio a un jubilado de Abra Pampa, que se sentó a desayunar en la única mesa al sol dentro de un bar de comida andina. “No va más”, dijo buscando mesura en sus palabras. “Yo no tengo nada”, por tierras a su nombre. “Se están haciendo ricos con los minerales”, agregó refiriéndose a funcionarios y políticos, “y no nos dejan nada para vivir mejor”. Una comerciante de Abra Pampa fue aún más contundente: “La reforma de Morales no va porque nos perjudica a todos, pero la culpa la tienen los originarios de Susques que lo dejaron entrar”, aseguró en referencia a los emprendimientos mineros transnacionales de Exxar y Sales de Jujuy en la ruta nacional 52. “La inflación dejó todo peor de cómo ya estábamos”, agregó. “Antes (por el año pasado) llenaba mi camión con quinientos mil pesos: hoy necesito millón y medio para reponer la mercadería”.

En La Quiaca, en Purmamarca, en Tilcara, en todos los bloqueos, se renuevan los comuneros y comuneras que resisten. Solamente en la ciudad fronteriza se reúnen comunidades de Yavi Chico, Chalguamayoc, Suripujio, Quirquincho de La Quiaca, La Quiaca Vieja, Cara Cara, Sansana Norte y Sansana Sur, Ciénaga de Paicone, Cabrería, San Francisco, Morritos de Santa Catalina, Cusi Cusi, Llulluchayoc, Casira, Lagunillas del Farallón, El Tolar, por nombrar algunas.

En esos dos cortes participan docentes, a pesar de que el Centro de Educadores de Enseñanza Media y Superior (Cedems) levantó el paro. “Continuamos fieles a nuestra convicción, rechazando la Constitución reformada y acompañando a las comunidades”, dijo Mercedes Peñaloza, docente Letras de La Quiaca. El otro gremio mayoritario, la Asociación de Educadores Provinciales (ADEP), sigue con la medida de fuerza. Ayer el gobierno de Jujuy ratificó que va a descontar los días no trabajados si hoy no vuelven a las aulas.

El sábado una caravana atravesó todos los bloqueos. Llevaba el cuerpo de Felipe Mamaní, comunero de 94 años que falleció el viernes y participó en el primer Malón de la Paz, de 1946. “Mi abuelo lloraba y nos decía: tienen que resistir”, dijo su nieta mientras lo enterraban en el cementerio de Condorcito, cerca ya de Abra Pampa.

Por Analía Brizuela. www.pagina12.com

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